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Crítica de textos Leer y escribir son dos habilidades fundamentales para quienes aspiren a una buena formación académica y, por supuesto, para cualquier persona con un mínimo interés por el conocimiento. Una buena capacidad lectoescritora es mucho más que la simple capacidad de juntar letras y sílabas. Una vez superado el analfabetismo inicial es necesario superar el funcional. Esto es, hay que ser capaz de interpretar un texto comprendiendo sus contenidos. O lo que es equivalente, hay que entrenarse en la crítica de textos porque es una forma privilegiada de agilizar nuestra comprensión del mundo en el que vivimos. En este anexo, nos proponemos presentar, de forma esquemática, unas pautas mediante las cuales adquirir la destreza suficiente como para poder desarrollar visiones y análisis críticos de los textos que nos rodean. Presentamos un modelo, que es el nuestro, insistiendo desde el comienzo que para nada es un canón a seguir, sino sólo una herramienta que utilizar si se considera necesario. Sobre el comentario de textos se han escrito muchas obras que cubren con mucho todo lo que aquí digamos. Pero ahora, sólo nos interesa facilitar un instrumento con el cual entrenar nuestra mente en la crítica de texto, sobre todo en lo que afecta a sus contenidos y a la lógica de los mismos. Las cuestiones filológicas y estilísticas, aunque son importantes, no nos interesan. Un texto, independientemente de su tamaño siempre es un conjunto de información que necesita del lector para cobrar vida. Por eso, lo que proponemos es un ejercicio de revitalización consciente del texto. Esto es, cuando leemos un texto esa lectura nos está diciendo tanto lo que está escrito como lo que seamos capaces de preguntar. Un texto siempre está abierto a ser interrogado. Es paciente, no se cansa nunca. Siempre está dispuesto a ser releído y desmigajado. Otra cosa es que tengamos la paciencia suficiente. Comenzamos por una primera aproximación en la cual nos hacemos cargo de lo que dice el texto. Es una primera impresión que marcará nuestro interés o nuestra pereza a la hora de continuar trabajando. La primera lectura seguirá con tantas como sean necesarias. Es fundamental comprender, primero, el vocabulario, segundo, el orden lógico y, tercero, el sentido global del texto. Una crítica de textos, desde nuestro punto de vista no debe ser nunca una repetición literal del texto, ni una variación imaginativa sin más. Para eso ya está el original. A ese original hay que sacarle las entrañas, sin piedad y sin reparos. La crítica de textos la resumimos con tres verbos: analizar, relacionar y juzgar. Tras la lectura inicial la siguiente tarea que proponemos es analizar el texto desentrañando todo lo que dice. El método que proponemos es un interrogatorio personal, según los intereses que nos hayan aproximado al mismo. Hay dos cuestiones que siempre se han de hacer y responder: ¿qué dice el texto? ¿cómo lo dice? Hemos de analizar las ideas que se formulan, recorriendo la forma con la cual se argumentan. Nos interesa el cómo argumentativo y su lógica, no el cómo estilístico. Hay dos grandes formas de críticar las ideas de otros. Una, aceptando sus puntos de partida y discutiendo su lógica arguental. Otro, negando esos puntos de partida, presicindiendo de su coherencia posterior. En esta tarea, es útil centrarse en algunos términos del texto, bien porque son conflictivos o bien porque son elementos centrales del mismo. En segundo lugar, también es interesante rescatar ideas cortando fragmentos del propio texto o exponiéndolas tal cual aparecen. Para ello, es conveniente fijar un esquema objetivo del texto dividiendo los elementos que componen su estructura. Después, sobre ese esquema objetivo, se podrán incorporar todas las apreciaciones subjetivas o las intuiciones del analista. Porque dentro del proceso análitico nos hemos de limitar al texto en sí, es decir, a su sustancia, a sus ideas, a sus conceptos y a su estructura. A medio camino entre lo que llamamos analizar y relacionar quedan preguntas como quién ha escrito el texto, cuándo, dónde, para qué, para quién, por qué... Son cuestiones que hemos de intentar responder a partir de lo que el texto dice y de los conocimientos que tenemos. Es decir, ciñéndones al texto que se ha de comentar hemos de dar un paso más e incorporar todo aquello que consideremos relevante para poder realizar una crítica concienzuda, densa y acertada del texto. Pero esto no significa que aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza... hablemos de sus afluentes. El texto se debe relacionar con su contexto y con su pretexto, e incluso con el pos-texto. Crear relaciones es contextualizar lo que se dice en y con las circunstancias en las que se dice. Crear relaciones también es enriquecer el análisis con otros datos previos al texto y posteriores a él, siempre y cuando se ajusten a los límites del mismo. Por ejemplo, imaginemos que tenemos que comentar un texto de Marx. Resulta que somos especialistas en este autor. Nos sabemos su vida y obra de cabo a rabo. Esos conocimientos nos serán muy útiles, pero debemos evitar cualquier exceso que supere los límites del texto. Es decir, no tenemos que contar la biografía completa del autor, ni explicar el repertorio completo de su bibliografía . En todo caso, aquellos elementos que permitan una mejor comprensión y análisis del texto. Así será provechoso conectar el texto y su autor con la corriente de pensamiento en la que se inserte, con los acontecimientos que rodearon su redacción, con otros textos similares u otros totalmente antagónicos. E incluso, si el texto se presta podemos realizar hasta una intepretación psicoanalítica del mismo. pero recordando siempre que hay que ajustarse a los límites del texto. Una vez que hemos cumplido con estos dos primeros peldaños, el último paso es emitir un juicio crítico del texto. Con todos los datos recabados delante de nosotros, tenemos que dar nuestra opinión al respecto. Se trata de tomar partido, de evaluar los argumentos, las ideas, la lógica. Es el momento de opinar dando razones de lo que estamos diciendo. Por eso siempre se ha de evitar una muletilla habitual: "este texto (no) me ha gustado". Si sólo hablamos de nuestro gusto, no hay nada que decir. Hemos de emitir un juicio crítico racionalmente fundamentado, cuidando que nuestros datos de partida sean correctos y que la lógica de nuestro razonamiento sea consistente. Hasta aquí lo que siempre explicamos en nuestras clases prácticas. Y como casi siempre una pregunta desde los alumnos y alumnas: -entonces ¿qué tenemos que poner para hacer bien el comentario?-. Cada uno verá cómo redacta los pasos que hemos propuesto antes. No hay una única fórmula, ni una plantilla universal, ni un modelo único. Cada texto y cada comentarista determina qué es lo mejor en cada caso. Los comentarios de texto son como las sopas, de tantos tipos como cocineros. Eso sí, cada sopa con su punto de sal, ni soso ni salado. -Y eso cómo se sabe y cómo se hace-. Es una cuestión artesanal que sólo se aprende utilizando el gerundio, esto es, andando, haciendo, comentando... A lo largo de este libro hemos ido salpicando las páginas con la presencia, -en algunos casos, adecuada y, en otros, desconcertante- de fragmentos de textos que consideramos sugerentes para pensar la materia que nos ocupa. Cada uno de los fragmentos también no sirven para practicar y ejercitarnos en la crítica de textos. Aunque nos resistimos a dar un plantilla de comentario la experiencia nos dice que para muchos alumnos y alumnas es un ansiolítico necesario -un fármaco del cual hay que prescindir cuanto antes-.
Tomado del Anexo del libro Gómez Bahillo, C. Marcuello Servós, Ch (1998): Sociedad, individuo y organización. Un ensayo para discutir. Ed. Egido. Zaragoza |
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chaime@unizar.es 27/09/2009 Actualizado: 19/09/2010 |
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